en
un abismo de sal que ruge y se estremece por frío…
Y
él, tan frágil, en medio de espuma y plata.
Náufrago que escucha, otra vez, el grito ahogado de la
madre amada.
Rabia
agónica de olas que, entre llantos, lo agitan;
y
como un pez herido, lo olvidan en una playa cualquiera.
Y
él, tan frágil, suspira.
Abre su mano y besa…
Acaricia
la esperanza sobre arena dorada.