miércoles, 30 de septiembre de 2020

Te devuelvo tu cielo

Max miró al cielo. Sostenía en su mano una de las antiguas fotos que esa mañana había revelado. Volvió a contemplar la imagen; era como si la realidad quedara plasmada en el papel, adquiriendo su olor a humedad…

2018, La Mancha

Sobrevolé el humedal que se proyectaba saturado. Su riqueza natural me conmovía al pensar en disfrutar del descanso, en paz; pues yo, un pequeño carricerín cejudo, estaba amenazado y en peligro de extinción. Me sentía tan vulnerable… tan frágil, pero tan fuerte en mi hábitat natural que no paraba de batir mis alas.

Observé al hombre que se secaba el sudor de su frente. Había trabajado tanto… Pensé en sus esfuerzos por restaurar la acequia para el regadío. Todo un éxito, pues llevaba años en desuso, oculta por la exuberante vegetación que había crecido sin compasión alguna. El rastrojo acumulado lo retiró con un rebaño de ovejas que pastaron durante casi un mes en el interior del humedal.

Había creado el hábitat perfecto para que yo sobreviviera… Era agosto y aquel hombre me había conquistado, había sucumbido anhelante a la ruta migratoria del otoño.

El humedal de La Mancha esperaba ansioso… y el cielo también.