en
un abismo de sal que ruge y se estremece por frío…
Y
él, tan frágil, en medio de espuma y plata.
Náufrago que escucha, otra vez, el grito ahogado de la
madre amada.
Rabia
agónica de olas que, entre llantos, lo agitan;
y
como un pez herido, lo olvidan en una playa cualquiera.
Y
él, tan frágil, suspira.
Abre su mano y besa…
Acaricia
la esperanza sobre arena dorada.
Hola Ana!! sigo leyendo tus trabajos, a ver si hago por verte y tomamos aquél café pendiente...q ya estará frio;), bss y cuidaté!! Bienve.
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