“A
veces se ve algo cien mil veces, antes de verlo por primera vez”.
Era un día como
cualquier otro, cotidiano y de lo más normal. Nuevamente amanecía con sus luces
y sus sombras, con sus reflejos de azules disipados sobre tonos levemente
dorados. Hoy, seguramente saldría otra vez el sol, pensó, mientras se alisaba
con un peine unas mechas encanecidas por el tiempo. Después, se abrochó los
botones de la camisa de rayas y se volvió para mirarse en el ovalado espejo de
la pared. Habían transcurrido años como polvo acumulado en décadas y ni
siquiera se percató, ni un solo día, de lo bonito que era el amanecer… tan
lejos de su añorada tierra.
Se giró despacio y
caminó, arrastrando sus zapatillas viejas hasta la balconada. Entonces, observó
con atención cada detalle. El cielo se presentaba tranquilo, sereno y sin
nubes; como queriendo dar paso a una orquesta de trinos de pajarillos
congregados en los árboles plantados en el jardín. Aparecía raso, de un azul
añil como evaporado; y en el horizonte, de una manera progresiva y
espectacular, resurgían unas pinceladas de pequeños toques de oro que se
escurrían entre los azules.
Era su amanecer. El de
ahora y el de su infancia, el que asomaba en todos sus cuentos de niño; porque
se daba cuenta, de lo importante que le resultaba en este mismo momento despertar
a un nuevo día que adquiría, poco a poco, suaves tonos lavanda. Pues había
visto, en cantidad de ocasiones, amaneceres como ese, uno tras otro; pero hoy,
lo contemplaba de un modo diferente. Y empezó a silbar sin más; esta vez,
acompañado de un coro de trinos que amenizaba el comienzo de la mañana en su
jardín, todavía sin flores.
Se sentía solo, perdido
en una ciudad ajena y esquiva a sus vivencias. Sin embargo, amanecía de nuevo y
eso importaba más. Y, como sinfonía de la vida, pensó que aún quedaban por
tocar los muchos acordes que traería su música; sin desalientos y sin ninguna
tristeza.
Un fondo dorado
brillaba engalanando la suavidad del cielo, tan puro y, ahora, tan extrañamente
cercano. Sus ojos latían ante semejante belleza, hermosa y, a la vez, rara y
caprichosa. Entonces, se acordó de ella…
Evocó su chispeante
risa, la que hacía estallar como pompas de jabón esparcidas por la habitación,
cuando venía corriendo detrás de él para atraparlo en su abrazo. Cerró los ojos
y, así, retuvo su sonriente semblante y el sonido de su voz por un instante;
pero se desvaneció poco a poco, como las sombras oscuras del cielo que daban
paso a la tenue luz de las primeras horas del día. Y le pareció acariciar su
preciosa melena, enredada como si fuera un nido de ramas amontonadas, alocadas;
al aire, al viento y a los suspiros, que morían en el vuelo lejano de la
ausencia.
Aquella mujer que se
levantaba al amanecer para preparar la tierra, aprovechando la humedad, después
de alguna tormenta, para hacer surcos y sembrarlos luego, sin siquiera descansar;
que resguardaba sus manos en su mandil con olor a lluvia. Esa imagen, ahora, se
deslizaba por sus pensamientos tiñéndolos de profunda melancolía. Y esa tintura
de amor se entremezclaba con ese amanecer, que seguía observando como si fuera
por primera vez. Olía de nuevo a campo y a pan recién hecho. Y el olor del aire
de su ciudad era ahora, fresco y limpio, alterado únicamente por el dulce aroma
de su alejada tierra; aquella que cultivaba su madre cuando era pequeño. Cuando
el latido de sus ojos le decía que lo seguía queriendo. Sí, deseaba esa vida
que a veces fue mucho y a veces menos que nada… Porque aunque hay cosas que
pueden ser irrecuperables, eso hace aún más valioso y único el recuerdo.
Y dejándose preso del
amanecer, cogió su violín y empezó a tocar.
Subyugador. De como un pensamiento alegre aunque sea nostalgico puede cambiar una situacion desesperada o monotona en soportable con gozo. Un tema actual y triste que demuestra la profundidad de animo y corazon de Ana Maria. Un 10. Enhorabuena.
ResponderEliminarT.V.
ResponderEliminarMuy emotivo su comentario de mi relato. Agradezco que lectores y lectoras como usted aprecien con esas palabras de ánimo y apoyo mi aporte a este mundo tan emocionante de la escritura.
ResponderEliminarNuevamente, muchas gracias.
Un saludo.
Ana,te podría poner un comentario a cada trabajo tuyo q leo,pero con uno solo valdría para todos, deleitables.
ResponderEliminarEs muy hermoso y entrañable Ana, muchas gracias
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