Ahora que el tiempo es incierto y
pasa lento, siento que es cuando más que nunca te extraño…
Fuiste arena, fuiste tierra;
tierra que abrasaba mis manos cuando de niño jugaba y me tostaba bajo tu piel
canela. Fuiste música cuando escuchaba los ritmos africanos de tus tambores que
me arrastraban a soñar con gacelas blancas y como amarras me apresaban el alma.
Entonces, me hacían volar como las alondras, libres; dejadas al antojo del viento
disfrazado de rojizo polvo.
Fuiste anhelo y desespero cuando
con ataduras trabajaba con esfuerzo y un cielo tímido, sin nubes, me
contemplaba ajeno a mis amores y desamores. Fuiste lluvia que caía rara vez
precipitada en aguacero y mojaba mi alma por dentro, por fuera, sin prisas.
Fuiste mía como tierra, como
música, como lluvia y sol. ¡África mía! No te vayas de mi recuerdo, no te
pierdas melancólica por mis entrañas. ¡Quédate como huella de mi nostalgia! No
te evapores de mis manos, de mis ojos, de mi piel atezada por tu esencia.
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